¡Cuentas claras, amistades largas!

Siempre me han gustado los refranes. Mi padre me los enseñó de niña y ahora no dejo de sorprenderme como unas pocas palabras resumen grandes verdades: por algo se conocen como sabiduría popular. En cualquier relación el tema del dinero resulta a veces espinoso. En las parejas es la mayor causa de pleitos, según los expertos (aún por encima del sexo) y los malos entendidos por dinero han acabado con amistades, relaciones de trabajo, etc. Nada más cierto que el refrán: “Cuentas claras, amistades largas”.

Si en cualquier asunto de una relación es importante ser claros, cuando el tema es monetario hay que ser doblemente claros y cuidadosos. Así nadie de nadie se siente ofendido y la amistad perdura. Por amigos que seamos, nadie está peleado con su lana.

Nos guste o no, la manera en que nos relacionamos con el dinero nos define y
habla de cómo somos. Si no te gusta gastarlo eres codo, si lo compartes eres
generoso, si lo cuidas eres previsor, etc. Podemos conocer mucho de una
persona cuando vemos su relación con el dinero. Por ejemplo cuando llega la
cuenta en una mesa, algunos dividen todo entre partes iguales, otros prefieren
que cada quien pague lo que consumió, unos quieren dejar más propina que
otros y nunca falta quien se hacen rosca con la cuenta. Lo más probable es que
como somos con el dinero, seamos con todo lo demás. El generoso será
generoso para todo y el que es ventajoso, de la misma manera, lo será en todas
las facetas de su vida.

Mi amigo Luis me contó una vez que alcanzo en un restaurante en Nueva York
a unos amigos. Él había ido antes al teatro, por lo que llegó cuando ellos
estaban terminando de cenar, así que pidió una ensalada y sus amigos le
ofrecieron una copa del vino que estaban tomando. Los amigos habían pedido
platillos exóticos en exceso. Luis describió la escena de la siguiente manera:
“Mira Fernanda, te juro que parecían políticos priístas en los años setenta,
había de todo y por su orden”. Se imaginarán que tales viandas fueron
debidamente acompañadas por vinos carísimos. A la hora del postre se les unió

Otro amigo que también pidió cualquier cosa para cenar. Al llegar la hora de la
cuenta, era un dineral, por supuesto. El amigo que había llegado primero al
restaurante dividió entre cuatro sin preguntar. El amigo que había llegado a la
hora del postre saco puntualmente su tarjeta sin decir nada. Luis no supo que
hacer. Le parecía que dividir entre cuatro era injusto pero tampoco quería
quedar como un codo, así que sacó también su tarjeta sin decir ni pío, pero
sintió que sus cuates estaban abusando. ¿Qué hacer en éstos casos? Lo
platicamos y llegamos a la conclusión que lo más correcto es que en estos casos
es preguntar, para no ser abusivos, si a todos les parece bien dividir la cuenta
en partes iguales o si prefieren pagar cada quien lo que consumió. Así la
decisión es de cada uno y cada cual sabrá que decir.

Por muy amigos que seamos uno no se puede parar de una mesa sin antes
hacer un arreglo económico. O bien pagas tu cuenta con anterioridad, le dices a
un amigo que se haga cargo de tu parte, o dejas dinero. Si tus amigos deciden
invitarte, ¡qué maravilla! Pero eso es su decisión. Tú no puedes asumir que
ellos correrán con tu parte de la cuenta, e irte como si nada. No se vale. Es una
falta de educación y consideración y la verdad nadie quiere tener amigos
maleducados o desconsiderados.

Si por alguna razón no tienes dinero para la cuenta y aplicas el “préstame y
luego te pago” hay que entender, significa justo eso: dentro de un periodo
razonable de tiempo es necesario cubrir tu deuda. Quienes así lo hacen siempre
conservarán sus amistades (y recibirán nuevos préstamos). Lo peor del caso es
que hay algunos que además de que “olvidan” pagar a tiempo, se molestan por
que se los recuerdes y algunos llegan hasta ofenderse. ¡Faltaba más! No hay
ninguna vergüenza en que nos cobren lo que debemos, la vergüenza es no pagar
a tiempo. Más que ofendernos, hay que ver como vamos a devolver el dinero
cuanto antes.

Lo mismo aplica para los encargos. Si le pides a un amigo que te traiga algo de
un viaje no es un regalo. Las palabras correctas en estos casos cuando te
entregan el encargo no son “Muchas gracias” sino “¿Cuánto te debo?” (Y claro
que también se agradece el tiempo que se tomó para buscar el encargo). Para
evitarse problemas mi amiga Gabriela a la hora de los encargos siempre dice:
“Con gusto te lo traigo pero para que no se me olvide, ¿por qué no me lo
apuntas lo que quieres en el billete con el que lo voy a pagar?

Por más que pensemos que el dinero no afecta las relaciones con nuestras
amistades, lo hace y mucho. Por eso la sabiduría popular no se equivoca al
hablar de la importancia de ser bien claros con las cuentas para conservar
amistades. Ya lo dijo Eleanor Roosevelt: Aquel que pierde dinero, pierde
mucho; aquel que pierde un amigo pierde mucho más.

Si tienes algo que netear por favor escribe a

fernanda@milenio.com

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Comentarios

Lupita Sakura dijo…
Pues es muy cierto todo lo que decis, en todos los aspectos, y creo que todos hemos pasado por lo mismo conciente e inconcientemente....

y en lo personal me ha tocado estar en ambos lados....

Lo considerare para las siguientes ocasiones...

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