A Palabras Necias, oidos sordos

A palabras necias, oídos sordos

versión para impresion

"Ya estás en edad de sentar cabeza”. “Ya no tienes edad para empezar otra carrera”. “A tu edad no viene al caso que hagas algo así”. “Deberías saber mejor, con los años que tienes”. ¡Qué cosa! Toda nuestra vida somos jóvenes para algo y viejos para otras cosas. A los 12 no tenemos edad para manejar, pero somos viejos para tener triciclos. Si a los 45 decidimos empezar a estudiar Medicina nos dirán que somos muy viejos, pero jóvenes aún para cobrar el dinero del retiro. Existe, nos guste o no, una serie de expectativas colectivas para cada etapa de la vida. Conforme vamos creciendo, nuestra familia y la sociedad esperan que hagamos tal o cual cosa.
¡Medimos la vida en números, en vez de vivencias! Y no conformes con tan craso error le ponemos a números unas ciertas expectativas. A los 25 carrera terminada, a los 30, magnífica edad para casarse, a los treinta y tantos hay que tener casa propia y así con todo.
Y si bien es cierto que hay una edad idónea para empezar los estudios y otra para terminarlos, para empezar a trabajar y para dejar de hacerlo, también es cierto que no necesariamente son las mismas para todos.
Lo paradójico es que mientras aceptamos que todos somos diferentes, por otra parte pretendemos que todos hagan las mismas cosas más o menos a la misma edad. Si por algo no cumplimos esta expectativa, ¡ups!, defraudamos a esa sociedad. “A tu edad yo ya estaba casada y con tres güercos” ¡Gulp! “A su edad ya debería tener casa propia”. “Ya está grandecito para seguir viviendo con sus padres”. La verdad es que todas estas expectativas nos ponen una presión innecesaria. Por ejemplo, el cuento de que hay que casarse a cierta edad le ha puesto prisa a más de uno. Las más de las veces con nefastas consecuencias, claro.
El problema con de las expectativas es que las cosas pocas, muy pocas veces salen como planeamos o como queremos que sean. Bien lo dijo William Shakespeare: “Las expectativas son la raíz de todos los dolores de cabeza.”
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México, D.F. 24/09/2006 07:58 PM
Regresando a las edades, una expectativa es que a eso de los 30 años ya debes estar establecido en la profesión que hayas elegido. Si a los 30 decides que no quieres ser ingeniero y que quieres empezar a estudiar Medicina, más de uno dirá que estás loco y que estás perdiendo el tiempo. ¿Y todo el tiempo que perderás haciendo algo que no te gusta? Tal vez no es común volver a la universidad a los 30, pero que sea inusual no quiere decir que esté errado. Peor es pasar toda una vida haciendo algo que odias (y quien te critica tal vez quiera cambiar pero no tiene los arrestos para hacerlo).
Cuando tratamos de vivir nuestra vida basados en las expectativas de otros estamos perdidos. Porque si a una determinada edad no te has casado, no tienes casa propia, el trabajo, el reconocimiento profesional, los hijos o tal o cual cosa, de alguna manera los estás defraudando. El problema es que al presionarte por vivir como otros esperan dejas de ver lo que sí tienes. Como es el caso de Álvaro, que le dio por vivir en lo que sus amigos llamaban “la bohemia” porque dejo la arquitectura por la pintura. Por supuesto su nueva ocupación le permitía hacer muchas cosas que gustaban; como despertarse tarde y pintar de noche. Por unos años estuvo bien, hasta que un mal día le dio por compararse con sus amigos. Por supuesto que no tenía la misma solvencia económica que ellos. Ahí empezó la agonía de su existencia. En vez de enfocarse en su calidad de vida y la fortuna de poder hacer lo que amaba, al compararse se vio en desventaja y se sintió un perdedor. Historias así hay miles, nos compramos el cuento de lo que debería ser y dejamos de apreciar lo que somos.
El músico británico Brian Eno, decía que el no esperaba que sus álbumes fueran un éxito. El los hacía sin importar el resultado. Disfrutaba de su creación independientemente de las copias que vendieran. ¡Qué gran lección! En vez de presionarse por vender más, disfrutaba lo que hacía y ese placer no estaba sujeto a la opinión de los demás. ¿Cuántas veces dejamos de disfrutar la vida por andar clavados en la expectativa? Cuando le ponemos muchas expectativas a un evento, un trabajo o una persona, invariablemente nos sentiremos defraudados. Cuando vivimos tratando de cumplir las expectativas de otros, también.
Pero no tiene que ser siempre así. Después de una reunión de amigas de la escuela a las que todas llegaron con las reglamentarias fotos del marido y los hijos, dos de ellas, que no se habían casado ni tenían hijos, en vez de gastar su energía en sentirse solteronas y quedadas, decidieron que ese momento (en que no tenían hijos ni marido) era el ideal para hacer el viaje de sus sueños a lugares remotos, cosa que hicieron.
Con cuánta frecuencia el “debería” nos roba la realidad y la capacidad de sentirnos orgullosos de lo que hacemos o aceptar a las personas como son. Y si nuestras propias expectativas nos roban la realidad, tratar de cumplir con las expectativas de los demás nos puede robar la vida.
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Comentarios

Hugo Sierra dijo…
Estimada Fernanda,
Hace poco tuve oportunidad de escuchar de nuevo aquella historia en la que un par de ranas que habian caido en una olla de leche nadaban desesperadamente por salvar su vida ....en la orilla un par de envidiosos sapos les gritaban y les hacian toda clase de señas diciendoles que se ahogarian ,que no lograrían salvarse . Una de ellas al escucharlos se rindió ahogandose , pero la otra , al verlos nadó con tanta fuerza ,con tal vigor que pronto la leche cuajó y al hacerse espesa le permitió a la rana apoyarse y finalmente salir . Lo que ocurrió fué que ésta ranita era "sorda" ..y cuendo vió a los sapos ella pensó que le estaban animando , que le estaban hechando porras !
Que atinado tu artículo Fernanda !! me recordo ésta historia ...si yo cuando niño hubiera hecho caso a mis amigos de que su expectativa era que yo fumara como lo hacian todos los demás , si yo hubiera engañado a mujeres con tal de llevarlas a la cama ( como es la expectativa de los demás) si yo hubiera endeudado a mi familia y mi futuro con tal de "tener" más, como era la expectativa de mis colegas ...seguramente en más de algun aspecto ...yo me hubiera ahogado como le paso a la primer rana ..

Hoy en dia , es la lección más importante que les trato de enseñar a mis hijos : tomar sus decisiones propias no conducirse por la opinión de los demás ....

suena fácil ....pero es sin duda uno de los grandes retos de su educación .
un cordial saludo Fer .

Tu asiduo lector
Hugo Sierra

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